martes, junio 12

el año pasado hubo una especie de eclipse de "cultura country": la tele, el cine y la literatura coincidían en dar cuenta de las ventajas pero sobre todo de las miserias de la vida en los "nuevos guetos" y todos los medios hablaban del fenómeno.

en todo este tiempo y con toda la paciencia de la que soy capaz, pude inmiscuirme un poquito en el asunto y, con el plus de haber pasado un verano de prestado en uno de esos lugares, he aquí lo que encontré.

amas de casa desesperadas es un bodrio, a pesar de los guiones importados. nunca pude superar los cinco minutos de atención, creo que ya lo dije pero insisto, de sólo escuchar el cacareo de Araceli me espeluznaba y cambiaba. pero además nadie puede creer que la Toscano tiene aunque sea el 10% de la gracia de Teri Hatcher, Araceli con suerte puede aspirar a lustrarle las rodillas a la Longoria y ni hablar de Palomino o el cara-de-goma. pero sobre todo, no hay nada que hacerle: manzanares nunca pero nunca será Wisteria Lane. son dos cosas inconmensurablemente incomparables. la serie norteamericana está buena, la de acá es totalmente prescindible.

hace unos meses alquilé Cara de Queso, película nacional que se ocupa del tema y ya desde su subtítulo marca tendencia: "mi primer ghetto". no sé por qué le tenía fe, si por el tema, por la participación de El Gran Bebi, por Daniel Hendler, por su supuesta sátira al estilo todo x 2 pesos, o porque la vendieron tanto y en tantos lados que lograron instalarla como un must. decí que la alquilé y no tuve que pagar 20 mangos para verla, porque es casi tan bodrio como las amas de casa (con la ventaja de que es una peli y se acaba más rápido y además no tiene cacareos aracélicos) y para colmo desperdicia todos los puntos que pueden sumar: el personaje de Luppi desaparece como si nada, Sergio Denis queda anecdótico y la decadencia del mediopelo se pierde entre muecas y lugares comunes. si no la alquilan no se pierden nada.

hace unos días terminé de leer Las viudas de los jueves, best seller (como todos los premios clarín de novela) de Claudia Piñeiro, libro que encaré con muy pocas ilusiones, con el único objetivo de leer algo liviano después de más de tres meses de Once Upon a Distant War. y de paso, completar esta trilogía arbitraria y, ahora lo puedo afirmar, pedorra. Las viudas... no sólo es un libro liviano y lleno de lugares comunes y frases hechas, sino también previsible: al principio te tira tres muertos a la pileta y, aunque no los vuelve a enhebrar hasta el final, enseguida te das cuenta qué pasó con ellos. y así y todo, su peor pecado es nombrar continuamente a la realidad sin nombrarla: cosas como "un país del norte ataca a un país de medio oriente" o "un presidente renuncia y viene otro que se va rápido" (las frases no son sic porque me da fiaca buscarlas, pero más o menos date una idea). en el libro la historia fluye, es cierto, pero también fluye el agua en el bidet y no por eso es una fuente. completamente olvidable.

la cultura country apesta. pero eso ya lo sabíamos.


archivado en: construiré una balsa y me iré a naufragar.

5 comentarios:

Roedor dijo...

Ajá.

Yo soy un tercio de riguroso de lo que es usté para autoflagelarse, debido a que sólo me infligí el libro, y he pasado de las otras dos cosas.

En el libro la historia fluye, es cierto. Comienza, se desarrolla y termina. Punto. Lo que hay en el medio es el vacío absoluto, y disculpemé si no soy tan brishante como usté pero yo sólo empecé a sospechar el destino de los tomuer cerca del final, con algunos tips morosos que me arrojaba la Claudia.

Pero después de eso, me desperecé y me fijé qué había en la heladera para picotear antes de cenar. Una nadería, en suma.

Muy bueno lo del bidé y la fuente.

Muy.

La cultura country es tan interesante como la cultura supermercado chino o la cultura remises del partido de San Martín. No sé si me explico.

yael dijo...

en realidad es la mitá, ya que los 5 minutos de las desesperadas no cuentan como autoflagelo (es como ese tiempito que le dan las alarmas para salir antes de empezar a tronar, ¿mesplico?).

le admito mi avispadez para adivinar finales, pero no me diga que tanto desinterés de la autora por mechar con la investigación no le hacía sospechar nada. por favor, se los quiso sacar de encima enseguidita de tirarlos.

y el final merece un párrafo aparte: es de los más pedorros que he leído, y mire que he leído...

yael dijo...

pero vuelvo sobre el tema: cuando se dan (o se inventan) estas coincidencias de pelis, libros y cosas que tratan el mismo tema, a mí me dan ganas de ver cómo se las arreglan los distintos "autores". esto más que autoflagelo (que lo es, la mayoría de las veces que hay producción nacional involucrada lo es) es la curiosidad lo que me impulsa.

La condesa sangrienta dijo...

Las desperates de Wisteria me engancharon con una maratón. Ví la 1ra.temporada, la 2da. me aburrió, llegué cansada a Manzanares y pasé de largo.
Tenía pendiente el alquiler de "Cara de queso" pero tu comentario me salva de la culpa y del alquiler.
"Las viudas de los jueves" me pareció escrito por una señora que pertenece pero simula renegar de ello. Plantea todo desde el adentro y el afuera. Adentro está la maldad, la violencia, la corrupción, la mentira, los vicios, el crimen. Los únicos rescatables dentro del country son los marginales (la mucama, el pibe que fuma porros, la negrita adoptada). Zafan los que se van. Algunos se quedan en la puerta, a mitad de camino, como la inmobiliaria, como la autora.
De los muertos no me acordé más hasta el final, quizás porque esperaba una vuelta más de tuerca y no una resolución tan idiota.
La novela no me desilusionó porque no tenía ninguna expectativa y, además, me la prestaron. Me desilusionó, sí, el elogio desmesurado de Saramago.
Sorry por comentario tan extenso, saludos!

yael dijo...

es que las wistéricas son así, te enganchan de entrada (con la "investigación" "policial-detectivesca", la novedad y la suegra de Longoria), y después ya pasó, basta.

la novela también es así, en un comentario que todavía está en mi word pero algún día llegará a libros+libros digo eso, que la cosa *parece* una crítica donde los buenos son los que reniegan de alguna manera (pero no tanto: me imagino a los pibes espiando desde los árboles de Lanús, por decir cualquier barrio, y me acuerdo de Irma Jusid). de los muertos me acordé todo el tiempo porque, con ninguna expectativa como tenía, seguía sin creer semejante desperdicio. y Saramago me rompió el corazón, espero que se haya llevado una buena suma y no que descubramos que Baltasar y Blimunda fueron un espejismo.