miércoles, julio 22

ponele que un día se te pianta el pantógrafo y te vas a la mierda. donás tus ahorros a la caridad, quemás tu seguro social, cortás las tarjetas de crédito y chau. te vas así nomás, con una mochilita, una cámara y un librito de plantas comestibles y sin avisarle a nadie. te vas porque no sabés qué hacer de tu vida, o querés buscar a tu verdadero yo, o conocer el país, o te cansante de esta sociedad canibal, o te hinchaste las bolas de las peleas de papá y mamá, o querés estar solo o simple y llanamente porque sos un forro.

ponele que empezás tu viaje a la mierda y te sentís el tipo más copado, más simple y más feliz del mundo. hacés dedo, dormís en cualquier lado, comés lo que sea y no necesitás a nada ni a nadie. cuando pinta laburo, laburás con Vincent Vaughn, te vas haciendo amigos hippies en la ruta, y desafiás a la burocracia remando en el río y llegando a México a través de un desagüe. pero nunca durás, porque tu objetivo es la mierda y para colmo en algún punto la mierda se transformó en Alaska. nunca durás porque no vas a parar hasta Alaska y nadie te va a impedir que llegues a Alaska, ni el de la Aduana de México, ni la picadora de carne de Los Angeles, ni el chancho que te saca a patadas del tren por colado, ni mucho menos toda esa gente que vas conociendo y dejando plantada pero igual te quiere (Vincent Vaughn, los hippies, los nórdicos, la pequeña Joni Mitchell, el viejo talabartero, y hasta el de la camioneta que te regala sus botas), se dé cuenta o no de que sos tan forro.

ponele que tenés mil oportunidades de quedarte pero igual te vas y finalmente llegás a Alaska. y encontrás un micro convertido en refugio en el medio de la nada, y sos natural y feliz por un par de semanas, te sacás fotos y después empezás a cagarte de hambre pero menos mal que llega la primavera y algo encontrás para comer, hasta te animás a cazar un alce que se lo terminan morfando los lobos y después otra vez el hambre, y entonces empezás a pensar para qué mierda vine hasta acá, quién me habrá mandado, ya estuvo bueno de Alaska, entonces agarrás la mochila y querés volver pero el último arroyito que cruzaste ahora es un tremendo río impracticable y tenés que volver al micro de mierda en el medio de la mierda de Alaska, a cagarte de hambre y buscar plantitas para comer y, mirá que serás forro, te confundís la papa H con la papa B y te envenenás pero igual aguantás un cacho más, lo suficiente para darte cuenta de que la cagaste bien cagada y sabés que te vas a morir, pero no tanto como para que te encuentren, porque te encuentran, sí, pero dos semanas después de que estiraste la pata, pedazo de forro.


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