attenti polka, agarren lápiz y papel y anoten bien, que ideas como ésta no se encuentran todos los días, y mucho menos me encuentran a mí con ganas de salvarles el prime time del verano.

el proyecto se llama Desperate Artist y trata de un grupo de mujeres que ya no se cocinan en el primer hervor pero que todavía mantienen en alto su ilusión de triunfar en el campo del arte, cada una con su vocación y su mambo y cuitas particulares.

si bien se trata de una historia coral donde las voces se conjugan en shos y no-puéos de pe bien escupidas, tenemos una protagonista más importante que las otras, que vendría a ser Cipe Linkovsky en el papel de una actriz que se confinó al teatro decidida a transmitir mensajes muy importantes a la gente y, después de décadas de pelear el mango, sigue incomprendida y casi olvidada por el gran público, es rechazada de los castings de comedias musicales y debe vender sus viejos trofeos en el mercado de pulgas para festejarle el cumpleaños a su perro de aguas.

después tenemos a cristina banegas, como una cantante que quiere hacer canciones de protesta pero tiene un representante diabólico que la obliga a cantar baladas latinas. la mujer se consuela con el fernet y los favores de su discípula favorita, encarnada por luciana salazar, que sufre más o menos lo mismo que su mentora, porque quiere ser la sucesora de la Sole pero sólo la llaman para mostrar las tetas y juguetear con el micrófono.

caracterizada -pero no tanto- como una mujer madura, Celeste Cid estaría a cargo de una torturada artista plástica y escritoria que tiene ideas tremendas que no logra transmitir como ella quiere (apenas le salen unos pintorescos collages) y que, además de las indecisiones propias de toda artista genial, sufre reiterados robos de derechos, plagios, copias y meadas en la puerta de su casa a cargo de un misterioso comando decidido a hacerle la vida insoportable.

el toque barrial, para enganchar al segmento popular del encendido y capturar algunos puntos de rating extra, quedará a cargo de Florencia de la V, en el papel de una mujer que desde chica tiene un sueño: ser bailarina de ballet. sin embargo tiene que enfrentarse no sólo con la escasez de bailarines con la suficiente fuerza para levantarla, sino también con un medio lleno de retrógrados que no conciben que la ley de talles se extienda a los tutús, las mallas de tul y las zapatillas de raso.

Cecilia Roth hace el relato en off de las diferentes historias, ya que en el primer capítulo se suicidó después de descubrir que nadie la consideró nunca pero nunca una chica Almodovar.

por supuesto que viven todas juntas o amontonadas en un coqueto conjunto de lofts palermogólicos y/o de Barracas que, ojo, viene en alza. aunque pensándolo bien y ya que gastaron tanta guita al pedo, bien podemos ubicar a nuestras artists en Manzanares y, de paso, darle a Araceli un papelete en la saga, como el de una mujer que siempre quiso ser diva pero sobrevive haciendo propagandas de lencería de segunda línea y depiladoras eléctricas, y contando los pormenores de su experiencia activia a todo aquel que quiera oírla.


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