martes, enero 6

el típico helado de vasito, dos gustos a elección (chocolate amargo y dulcedeleche granizado; chocolate suizo y mousse de limón), plantea una paradoja irresoluble: si querés dejar lo más rico para el final, resignás la cantidad (cuestión que se ve agravada por la maldita costumbre que adquirieron los heladeros de dejar más de medio vasito vacío). y si lo ponés arriba, comés mucho pero te quedás sin final a toda orquesta.


archivado en: dialéctica y dulcedelechismo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una solución sería elegir un solo gusto que siempre es el que más nos gusta, pero eso nos priva de tener más de un gusto. La privación es sufrimiento por causa del apego dijo Sai Baba o Sócrates, no me acuerdo.

yael dijo...

y un solo gusto no alcanza, por más cantidad que le pongas, siempre necesitás el contraste. y siempre, pero siempre, el de abajo es muchísimo menos que el de arriba. claro que nunca faltará el sacado que vaya y pida 1/4 kilo, pero no es el caso. lo que hay que buscar es la forma de que lo poco sea un buen final, o sea la combinación perfecta para el vasito de 7 mangos de Tino.