lunes, septiembre 19

aquella noche llovía para adentro. y no hablo de melancolías, tragedias o metáforas, hablo de lluvia, agua de verdad, lluvia destilada del calor de la gente que saltaba adentro de un galpón infecto. tanta agua que podías exprimirla sin problema de las remeras empapadas.

pocas veces tenemos la suerte de recordar una canción después de la primera vez que la escuchamos, y sin embargo, esa noche de lluvia interna, una línea me quedó prendida como *mordedura en la piel*. una línea densa, patinosa, perfecta. nunca más la oí, pero sé que existe porque todavía llevo la mariposita roja que sus dientes dejaron en mi espalda.

adentro llovía y, afuera, esa *estrella era mi lujo*.

si el tiempo es un reloj de arena donde los recuerdos se amontonan, es muy probable que la distancia y el roce hayan ablandado las aristas y redondeado los bordes de éste, o que los pormenores se hayan mezclado con los de algún otro que anda por ahí cerca, más o menos en la mitad del médano. quién sabe. acá la única certeza es que todo esto *no lo soñée-e-ee*.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que me copien los nabos del orto vaya y pase, pero vos, justamente vos, que me escribas un ricotero (que sabés son de mi exclusiva autoría), es inaudito.